Las serpientes de verano no son un fenómeno exclusivo de nuestra época, como lo atestigua la historia que relataré a continuación. A finales de agosto de 1835 apareció un extenso artículo en el periódico
New York Sun. El titular decía:
GRANDES DESCUBRIMIENTOS ASTRONÓMICOS
REALIZADOS POR
SIR JOHN HERSCHEL, L.L.D. F.R.S. &c.
En el Cabo de Buena Esperanza
[Extracto del suplemento del Edinburgh Journal of Science]
El artículo comenzaba con un listado de adelantos astronómicos sorprendentes que el famoso astrónomo británico
Sir John Herschel había realizado aparentemente por medio de un telescopio de grandes dimensiones y un principio completamente nuevo Según declaraba el artículo, Herschel había establecido una nueva teoría sobre los fenómenos cometarios; había descubierto planetas en otros sistemas solares y había corregido o resuelto casi todos los problemas más importantes de la astronomía matemática. Finalmente el artículo revelaba el último y sorprendente logro de Herschel: había descubierto vida en la Luna.
El artículo continuaba y ofrecía un elaborado recuento de las fantásticas vistas que Herschel consiguió durante su observación telescópica de la Luna. Describía una topografía lunar que incluía grandes bosques, mares interiores y pirámides de cuarzo de tono lila. También se describían manadas de bisontes que se desplazaban por las llanuras lunares; unicornios azules en las colinas y criaturas anfibias esféricas que rodaban por las playas. El punto álgido de la narración llegaba al revelar que Herschel había encontrado evidencia de vida inteligente en la luna: Descubrió una tribu primitiva de castores bípedos que utilizaban el fuego y una raza de humanos alados que vivían en armonía pastoral alrededor de un misterioso templo de techo dorado. Herschel bautizó a estas criaturas como
Vespertilio-homo, u "hombre murciélago".
Ni que decir tiene que el artículo era un burdo engaño. Herschel no había observado nada extraño en la Luna y tampoco había logrado ninguno de los adelantos que se le atribuían en el artículo. De hecho, Herschel ni siquiera supo nada hasta mucho tiempo después. No obstante, el
New York Sun se las arreglo para vender miles de copias antes de que el público se diera cuenta del engaño.
Aunque el periódico vendió muchos ejemplares, no está claro si la gente de la época creyeron la historia o la tomaron como un entretenido tema de debate. Varios testigos aseguran que la credulidad fue general.
La autoría del engaño se atribuye a
Richard Adams Locke un periodista educado en Cambridge que trabajaba para el
Sun. Sin embargo, Locke no admitió nunca públicamente haber sido el autor y había rumores de que había otros implicados en la creación de la historia. Se mencionaba a dos personas en relación al engaño: Jean-Nicolas Nicollet, un astrónomo francés de viaje por América en la época (aunque se encontraba en Mississippi, no en New York, cuando apareció el engaño), y Lewis Gaylord Clark, editor de la revista Knickerbocker.
A pesar de la gran especulación del público el
Sun no admitió nunca públicamente que se tratase de un engaño. El 16 de septiembre de 1835, el periódico publicó una columna en la que se discutía la posibilidad de que todo se tratase de un engaño, pero declararon que no tenían forma de corroborar la noticia hasta que los periódicos ingleses o escoceses lo publicasen.
Adaptado de
The Great Moon Hoax
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2004-09-13, 01:00 | 4 comentarios