Nos ha dejado
Manuel Flamil, decano de los astrófilos cordobeses con quien todos los aficionados a la astronomía de la ciudad tenemos una deuda de gratitud.
Manolo había nacido en 1925 en Montalbán, la difícil situación en la España de la Guerra Civil y la posguerra le obligaron a trabajar en el campo, aunque sus buenas dotes para el estudio y su espíritu curioso lo llevaron a interesarse por los cielos y gracias a su esfuerzo en solitario se convirtió en un experto en astronomía. Siempre que había alguna noticia relacionada con el cielo los periodistas del
Diario Córdoba acudían a consultarle.
En 1938 fue testigo de la
famosa aurora boreal que se pudo ver en España, él mismo lo recordaba así:
"Yo tenía 12 años y aquello fue algo fantástico. Nunca en Córdoba se vio algo semejante. Recuerdo como las mujeres en su incultura decían: “Estos serán los reflectores de Gibraltar”, mientras otros pensaban que aquello era algo “diabólico". Desde luego así lo parecía, ya que medio círculo del cielo estaba cubierto con aquellos brillantes colores…”
Flamil trabajó como técnico de organización en CENEMESA, una empresa eléctrica de la ciudad, encargado de los planos de transformadores de alta tensión en el departamento de delineación. Su habilidad como dibujante también le sirvió en su dedicación astronómica.
Manuel Flamil, con su esposa, en el Paseo por la Ciencia de 2007
Durante muchos años observó diariamente el sol, sus apuntes de observación son un ejemplo de pulcritud y trabajo concienzudo. Sus dibujos a plumilla de las manchas solares son un registro valiosísimo de la actividad solar de las últimas décadas del siglo XX. Cuando lo conocí, hace unos 25 años, fui testigo de su dedicación y de la pasión que ponía en aquello que le gustaba.
Dibujo de manchas solares publicado en Astrum, septiembre de 1988
Manuel Flamil fue miembro de numerosas agrupaciones astronómicas:
Agrupación Astronómica Albireo,
Agrupación Astronómica de Sabadell y
Agrupación Astronómica de Córdoba, en la que fue nombrado socio de honor hace algunos años.
Siempre recordaré las divertidas anécdotas en las que nos relataba la fascinación y la ignorancia de la gente por los fenómenos astronómicos: lluvias de estrellas (en particular la de las Dracónidas del 9 de octubre de 1933) que parecían el
acabamiento del mundo, el planeta Venus confundido con un ovni,...
Otro de los intereses de Manolo era el flamenco, disciplina en la que era todo un experto. Pero, por encima de todo, Manolo era una persona sencilla y amigable, que disfrutaba con sus compañeros astrónomos y que nos contagiaba su entusiasmo por el cielo y sus maravillas. Descanse en paz.
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2010-09-26, 17:38 | 4 comentarios