El montaje tiene una estética espectacular.
La fusión entre música e imágenes tan profesional parece obra de un cineasta. Brillo frente negros, gama de grises en la inmensidad del espacio, materia compacta de rocas frente a lo etéreo de los anillos y planeta.
Movimientos dignos de un estudio de física que junto con la música, que marca un tiempo no real, hace que todo parezca una ilusión.
Pero lo que más me ha atrapado es la similitud del giro de los anillos con los antiguos discos a 33 r.p.m., con sus surcos, y la separación entre las diferentes canciones. Esperando me he quedado oir las imperfecciones de la aguja contra el vinilo. Y para más inri, la estética de las primeras películas de cine mudo.
Un video digno de premios, ahora que tan de moda está los cortos cinematográficos podría ser más divulgado en ambientes artísticos.
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