La
Edad de Oro de la cartografía celeste se prolongó en Europa durante casi dos siglos. Desde comienzos del siglo XVII hasta principios del XIX se publicaron maravillosos atlas celestes que situaban las estrellas dentro de un sistema de coordenadas similar al usado en geografía
Entre los autores de la Edad de Oro destacan los cuatro
juanes:
Johann Bayer, Johannes Hevelius,
John Flamsteed y
Johann Bode, Estos cuatro maestros revolucionaron la forma de representar la bóveda celeste, introdujeron importantes innovaciones, consiguieron una exactitud sin precedentes y, sobre todo, influyeron mucho en el trabajo de otros cartógrafos. No obstante, a pesar de que sus innovaciones fueran esenciales, sus obras no han pasado a la historia por su valor estético.
Uno de los atlas celestes más bellos jamás creado es obra de
Andreas Cellarius (hacia 1596-1665), un cartógrafo de origen alemán nacido en 1596 en la ciudad de Neuhasen, cerca de Worms. Tras pasar una temporada en el ejército, según se desprende de varias publicaciones suyas sobre el arte de la fortificación, Cellarius se asentó en los Países Bajos en 1630 para dedicarse a la enseñanza. A la edad de 64 años, en 1660, se publica en Ámsterdam
Harmonia Macrocosmica, su obra más conocida. Proyectada como primera parte de un trabajo en dos volúmenes, el segundo tomo nunca vería la luz debido al fallecimiento de Cellarius en noviembre de 1665.
Harmonia Macrocosmica consta de 29 mapas a doble folio profusamente ilustrados siguiendo el estilo barroco francés imperante en la época y coloreados a mano, lo que convierte en único a cada ejemplar. En el prólogo se discuten los diversos sistemas astronómicos en boga en el siglo XVII: el sistema geocéntrico de
Claudio Ptolomeo, el sistema heliocéntrico de
Nicolás Copérnico y el sistema mixto de
Tycho Brahe en el que el Sol y la Luna giran alrededor de una Tierra inmóvil, mientras que el resto de los planetas lo hace alrededor del Sol. Seguidamente se analizan las zonas climáticas de la Tierra; las magnitudes estelares; la naturaleza del Sol, la Luna y los planetas; y, finalmente, el zodíaco. Dos de las láminas están dedicadas al cielo cristiano de
Julius Schiller, un abogado y erudito de Augsburgo que planteó sustituir las constelaciones clásicas por personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Schiller no solo pretendía cambiar los nombres de las constelaciones, sino también los planetas. Su delirio católico le animó a sustituir el Sol por Cristo; Mercurio por Elías; Venus por San Juan Bautista; Marte por Josué; Júpiter por Moisés; Saturno por Adán y la Luna, en fin, por la Virgen María.
La presencia del cielo cristiano de Schiller en la obra de Cellarius no supone una aceptación de esta idea por parte del autor.
Harmonia Macrocosmica pretendía ser un compendio de todos los sistemas astronómicos y del mismo modo que se muestran los diferentes modelos planetarios, Cellarius decidió incluir la propuesta de Schiller.
En cada lámina el título aparece en sendas cartelas sostenidas por angelitos, en las esquinas inferiores aparecen astrónomos sosteniendo ballestillas, azafeas y otros instrumentos; consultando globos celestes y terrestres o, incluso, observando por telescopios.
Felizmente la
editorial TASCHEN ha reeditado una hermosa reproducción del atlas con un interesante prefacio del historiador de la astronomía neerlandés Robert van Gent, uno de los mayores expertos en la obra de Cellarius. Un libro recomendable para todo aficionado a la historia de la uranografía que se precie.
Artículo publicado originalmente en mi sección
La Cara Oculta en la revista
AstronomíA, 163 (enero de 2013).
Enlace
2013-02-13, 09:18 | 0 comentarios