Algunos cometas llegan a ser tan espectaculares que se les aplica que apelativo de “gran cometa”. El último gran cometa que nos visitó fue el
McNaught (2006 P1). Para que un cometa entre en esta categoría tiene que cumplir ciertos requisitos. Los cometas, que en buena medida son bolas de hielo sucio, permanecen inactivos cuando se encuentran lejos del sol. No pueden verse a simple vista, aunque en la actualidad sí se pueden detectar con cámaras CCD. Al aproximarse al Sol, la superficie del cometa comienza a vaporizarse y a desprender enormes cantidades de gas y polvo que forman vistosas colas. La fluorescencia de estos gases y la luz del Sol que reflejan las minúsculas partículas de polvo de la cabellera y de la cola del cometa convierten a estos cuerpos en uno de los mayores espectáculos de la naturaleza. No obstante, esto no es suficiente para llegar a la categoría de gran cometa. Hace falta una aproximación muy cercana al Sol o que el cometa pase muy cerca de la Tierra, para que, de este modo, la cola se muestre en todo su esplendor.
A principios de noviembre de 1680 el astrónomo alemán
Gottfried Kirch descubrió uno de los cometas más notables de los últimos cuatro siglos. El cometa llegó a ser tan brillante que era visible incluso de día. El descubrimiento le valió a Kirch, conocido hasta la fecha como autor de tablas astronómicas, fama internacional. Era la primera vez que se descubría un cometa con ayuda de un telescopio. El cometa pasó rozando el Sol, a solo 0,006 UA (unos 900.000 km) del astro rey y desarrolló una enorme cola que abarcaba buena parte del cielo.
Un cuadro del pintor neerlandés
Lieve Verschuier, actualmente en el Museo de Rotterdam, nos permite hacernos una idea del espectáculo. En la tabla se puede ver a un grupo de personas congregado junto a un canal en la Plaza del Mercado de Rotterdam, reconocible por la famosa estatua de Erasmo y por el edificio de la Bolsa (Korenbeurs) y la torre de la Laurenskerk. Llama la atención la cantidad de personas que portan
ballestillas. La ballestilla, una vara de madera sobre la que se desliza otra varilla cruzada móvil de menor tamaño, fue un instrumento muy utilizado en la antigüedad por los marinos para medir la altura de la Estrella Polar y determinar así la latitud geográfica. La ballestilla aparece como elemento decorativo en muchos atlas celestes y en diversos cuadros, en no pocas ocasiones utilizándose de forma incorrecta. En este caso posiblemente se utilizara para calcular la altura del cometa sobre el horizonte, algo que no tiene demasiado sentido, o quizás para calcular aproximadamente la longitud de la cola del cometa. Tras su paso por el perihelio la cola del cometa llegó a extenderse más de 70° en el cielo vespertino.
Los colonos de Esopus, en la actual Nueva York, anotaron para la posteridad el paso el cometa. En una carta fechada el 1 de enero de 1681 se puede leer que el cometa “
había aparecido en el sudoeste el nueve de diciembre pasado, a las dos de la tarde, con tiempo soleado, un poco encima del Sol, siguiendo su curso más hacia el norte y se vio la noche del domingo, poco después del crepúsculo con una ardiente cola al oeste, para gran asombro de todos los espectadores y ahora se ve todas las noches que está despejado. Sin duda Dios nos amenaza con terribles castigos si no nos arrepentimos”. Seguidamente en la carta se plantea la necesidad de proclamar una jornada de penitencia y rezos.
Desde antiguo la aparición de cometas en el cielo se consideró un mal presagio. Los cometas alteraban el orden celestial y fueron temidos en todo el mundo. Aparecían de improviso, desaparecían del mismo modo y no seguían reglas fijas. En Babilonia los cometas se relacionaron con inestabilidad en el gobierno y con la muerte de los reyes. En China, por su parte, eran un anuncio de guerras y desgracias además de una amenaza para los regentes y generales. También para los griegos y romanos eran portadores de malas noticias.
El gran cometa de Kirch propició la publicación de
Pensées diverses sur la comète de 1680, una obra en la que el pensador ilustrado
Pierre Bayle critica la idea de que los cometas sean presagios de mal agüero. Al margen de su espectacularidad, este cometa también ha pasado a la historia de la astronomía por servir a Isaac Newton para comprobar la veracidad de la tercera ley de Kepler y demostrar así las nuevas leyes de la mecánica que algunos años más tarde verían la luz en la magna
Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica.
También en España se vio el gran cometa. Es poco conocida la labor del jesuita
Eusebio Francisco Kino, nacido cerca de Trento. El padre Kino fue uno de los numerosos jesuitas que quiso viajar a Asia para evangelizar el Lejano Oriente, pero la
Compañía de Jesús lo destinó a Nueva España. Su viaje camino de Cádiz se vio retrasado por algunos imprevistos y terminó por perder el barco que debía conducirlo a México. Tuvo que aguardar casi un año una nueva ocasión, durante sus meses de espera en la ciudad tuvo ocasión de observar el cometa. A su llegada a México, en 1681, saldría a la luz uno de los primeros tratados científicos publicados por un europeo en el Nuevo Mundo, la
Exposición astronómica de el cometa que el año de 1680, por los meses de noviembre y diziembre y este año de 1681 por los meses de enero y febrero se ha visto en todo el mundo y se le ha observado en la ciudad de Cádiz. La obra contiene un exhaustivo registro de las posiciones del cometa y su aspecto.
Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa barroca del Virreinato de Nueva España, le dedicó un soneto en cuya dedicatoria explica que, gracias a la Ciencia, el padre Kino despojó al cometa de su halo funesto y aciago.
Soneto
Aplaude la ciencia astronómica del padre Eusebio Francisco Kino, de la Compañía de Jesús, que escribió del cometa que el año de ochenta apareció, absolviéndole de ominoso
Aunque es clara del cielo la luz pura, clara la luna y claras las estrellas,
y claras las efímeras centellas
que el aire eleva y el incendio apura;
aunque es el rayo claro, cuya dura
producción cuesta al viento mil querellas,
y el relámpago que hizo de sus huellas
medrosa luz en la tiniebla obscura;
todo el conocimiento torpe humano
se estuvo obscuro sin que las mortales
plumas pudiesen ser, con vuelo ufano,
Ícaros de discursos racionales,
hasta que el tuyo, Eusebio soberano,
les dio luz a las luces celestiales.
Las similitudes entre el
cometa ISON y el gran cometa de 1680 son sorprendentes, sus datos orbitales son tan parecidos que se ha planteado que se trata de dos trozos de un mismo objeto. La existencia de cometas procedentes de un cuerpo mayor no es infrecuente. Mientras investigaba órbitas cometarias, el astrónomo
Heinrich Carl Friedrich Kreutz (1854-1907) descubrió un grupo de cometas con pasos rasantes cerca del Sol, estos cometas (ahora denominado
grupo de Kreutz) tienen elementos orbitales muy parecidos, como cabría esperar, y probablemente proceden de la destrucción de un cuerpo celeste mucho mayor. En los últimos años se han descubierto varios centenares de cometas de este tipo gracias a las imágenes del SOHO. Los cálculos derivados de nuevas observaciones han descartado la posibilidad de que el cometa de 1860 y el ISON estén emparentados, el ISON es un cometa nuevo procedente de la
nube de Oort. El tiempo nos dirá si se convierte en un gran cometa.
Referencias:
KINO, Eusebio Francisco.
Exposición astronómica de el cometa que el año de 1680.... Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
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2013-09-18, 14:16 | 5 comentarios