En enero de 1695, seis meses antes de su muerte,
Christiaan Huygens termina una obra filosófica donde trata la cuestión de la vida extraterrestre. El libro, dedicado a su hermano mayor Constantijn, se titula
Κοσμοθεϖρος, sive de terris coelestis earumque ornatu conjeturae (Los mundos celestes descubiertos, conjeturas relativas a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones) y se publica en latín en 1698. Desde un primer momento goza de un gran éxito, por lo que pronto será traducido al inglés (1698), neerlandés (1699), francés (1702), alemán (1703), ruso (1717) y sueco (1774). La versión en español ha tenido que esperar hasta 2015, fecha en que la editorial
Jekyll and Jill ha publicado una cuidada versión ilustrada por Alejandra Acosta y traducida por Rubén Martín Giráldez.
Como curiosidad cabe señalar que la versión rusa del
Cosmotheoros fue la primera obra científica traducida a esa lengua. El zar
Pedro El Grande había leído la versión latina y quedó tan impresionado que encargó una traducción al ruso. Las implicaciones blasfemas del libro eran demasiado avanzadas para una sociedad tan conservadora como la Rusia ortodoxa y la obra fue acusada de satánica.
Las especulaciones del
Cosmotheoros son habituales en la época (véase
El Sol habitado en
La Cara Oculta, AstronomíA, 178), pero cabe destacar que Huygens afronta el problema de la vida extraterrestre de una forma muy científica. Otros, como
Bernard de Fontenelle en
Entretiens sur la pluralité des mondes (1686), hacen aportaciones de tipo más literario. En su obra, Huygens plantea que en la Luna no hay vida por carecer de atmósfera, pero que sí es muy posible que exista en otros planetas y que los extraterrestres deben tener las mismas virtudes, sentidos y matemáticas que tenemos en la Tierra. También plantea la existencia de exoplanetas en otras estrellas. Huygens era protestante, pero con inclinaciones tanto al escepticismo como al pensamiento estoico, por ello no resulta extraño que Dios aparezca citado en el libro en numerosas ocasiones. De hecho, plantea que la gran distancia existente entre los planetas nos hace pensar que Dios no pretendía que los seres de un planeta supieran de la existencia de los demás, pero que no había previsto los avances científicos que los seres humanos conseguirían con el paso del tiempo.
En
Cosmotheoros también aparece un método para estimar las distancias estelares. Mediante una serie de agujeros cada vez más pequeños en una pantalla que cubría el Sol estimó qué agujerito ofrecía la misma intensidad de luz que la estrella Sirio. Calculó que el agujero tenía 1/27.664 veces el diámetro del Sol, por tanto la estrella tendría que estar 30.000 veces más lejos que el Astro Rey. La suposición de Huygens partía de un error, ya que Sirio no tiene el mismo brillo que el Sol, pero la idea es interesante y plantea una aproximación primitiva a la fotometría.
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2015-06-30, 13:00 | 0 comentarios